viernes, 29 de diciembre de 2017

Mi padre, Aurelio Navarré, contando cosas de la memória histórica de Los Olmos

El pasado día 28 falleció de un infarto en Valencia. El domingo día 31 de diciembre 2017 quedaron enterradas sus cenizas en el lugar que más amaba y del que jamás deseó marcharse, en Los Olmos.
Gracias por toda su fuerza, por su alegría, por su valentía, por creer y sentir que a pesar de tener 85 años seguía siendo un niño y se ilusionaba y jugaba como un niño más cuando veía a sus nietos, cuando llegaba la Navidad, por su ejemplo de vida, porque siempre ha sido una buena persona yendo como decía “con el corazón en la mano” y yo aprendí de él. El jueves su alma dejó su cuerpo y se marchó para volver a la energía universal de donde venimos y a donde vamos.
Estoy plenamente convencida de que somos energía y la energía sólo se transforma para pasar a nuestro origen, el universo, el amor de Dios y la paz infinita. Gracias por haber sido mi padre en esta Tierra.  Le quiero y le querré siempre. En cada pensamiento, en cada gesto, en cada pequeño detalle de agradecimiento, de bondad, de compartir, de vocación de ayuda y apoyo al necesitado y del sentido de justicia, ahí estará siempre. Todo ello es un legado de amor, un ejemplo de bondad y fortaleza a seguir.  
Jamás dejamos de ser el niño que fuimos un día, independientemente de la edad que tengamos. Jamás deberíamos de dejar de ilusionarnos, de enfrentarnos a la vida con fuerza, con energía y siempre con alegría.
Mensaje de sus nietos:
De Titín: gracias “iaio” por todo lo que hemos jugado contigo.
De Pitu: gracias “iaio” porque te quiero mucho. Te mando cariño porque te quiero mucho.