El pasado día 28 falleció de un infarto en Valencia. El domingo día 31 de diciembre 2017 quedaron enterradas sus cenizas en el lugar que más amaba y del que jamás deseó marcharse, en Los Olmos.
Gracias por toda su fuerza, por su alegría, por su valentía,
por creer y sentir que a pesar de tener 85 años seguía siendo un niño y se
ilusionaba y jugaba como un niño más cuando veía a sus nietos, cuando llegaba
la Navidad, por su ejemplo de vida, porque siempre ha sido una buena persona yendo
como decía “con el corazón en la mano” y yo aprendí de él. El jueves su alma dejó su cuerpo y se marchó para volver a
la energía universal de donde venimos y a donde vamos.
Estoy plenamente convencida de que somos energía y la
energía sólo se transforma para pasar a nuestro origen, el universo, el amor de
Dios y la paz infinita. Gracias por haber sido mi padre en esta Tierra. Le quiero y le querré siempre. En cada pensamiento, en cada gesto, en cada pequeño detalle
de agradecimiento, de bondad, de compartir, de vocación de ayuda y apoyo al
necesitado y del sentido de justicia, ahí estará siempre. Todo ello es un
legado de amor, un ejemplo de bondad y fortaleza a seguir.
Jamás dejamos de ser el niño que fuimos un día,
independientemente de la edad que tengamos. Jamás deberíamos de dejar de
ilusionarnos, de enfrentarnos a la vida con fuerza, con energía y siempre con
alegría.
Mensaje de sus nietos:
De Titín: gracias “iaio” por todo lo que hemos jugado
contigo.
De Pitu: gracias “iaio” porque te quiero mucho. Te mando
cariño porque te quiero mucho.
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